Querida Lengua Inglesa,
Dudo que recibas muchas cartas como esta porque no es habitual que uno se dirija por escrito a un intangible como un idioma.
No te ofendas por lo de “intangible”, más bien tómalo como un cumplido y, si no me crees, sigue leyendo.
Verás, entraste en mi vida sin que yo me diera cuenta, entre una retahíla de asignaturas de colegio que había que aprender y aprobar. Así es.
¿Una obligación?
Tal vez sí, al principio, y con más de un tropezón, pues siempre hay unos profesores que te motivan más y otros que son capaces de lograr el efecto contrario.
Y debo confesarte que, en mi caso, coincidí primero con los del segundo grupo.
Su sistema docente –demasiado directo y agresivo, según mi parecer– alimentó mis miedos e inseguridades.
No había porque…
Tuvieron que pasar algunos años para descubrir, de la mano de otros docentes, que no había porque temerte, que un respeto excesivo solo nos distanciaba, y que para andar juntos solo teníamos que cogernos de la mano y andar a un ritmo acompasado.
Cuando me di cuenta de ello, mandé la vergüenza al garete y me abalancé hacia ti sin ataduras ni contemplaciones.
Te leí.
Te escuché.
Te metí en mi cabeza.
Te puse en mis labios.
Y sonaste.
Al principio, algo “spanglish” –si algo tenía claro es que había que usarte, pronunciarte, como fuera–, pero mejoraste con el tiempo, como un buen vino.
Ayudaron las películas y las series en versión original.
Ayudaron los libros, a menudo leídos en voz alta, mientras trataba de imitar el acento de Shakespeare.
Ayudaron los Beatles, los Carpenters, Sinatra y otras grandes voces de la historia de la música.
Ayudaron los viajes a ciudades como Londres, Bath, Dublín o Manhattan, donde tu ya estabas en el ADN de sus habitantes porque nacieron contigo.
Pero sobretodo ayudaron las personas que me mostraron todos tus recovecos y aquellas con quienes pude compartirte.
Me has abierto al mundo
Me has abierto al mundo y me has hecho partícipe de una cultura.
Gracias a ti, puedo disfrutar de la voz real de actores y actrices, y comprenderlos.
Puedo consultar revistas, libros o artículos escritos en inglés para documentarme, informarme o entretenerme;.
Puedo viajar con la seguridad que me haré entender y que, más allá del “hello”, “how much is it” o “where is Westminster Abbey”, podré entablar una conversación, impartir una charla y compartir ideas en inglés.
De hecho, gracias a ti, pude intercambiar algunas palabras con el músico y compositor Michael Nyman, y entrevistar distintas personas en mi trabajo como periodista, algunas anónimas, otras no tanto, como dos de las últimas con quien tuve el placer de hablar: los ex futbolistas Gary Lineker y Terry Venables.
¿Estudiar inglés? ¿Para qué? ¿Para viajar? ¿Para lograr una promoción en la empresa? ¿Para encontrar trabajo? ¿Para comunicarme con una persona?
Son muchas las razones por las cuales vale la pena incorporarte a nuestras vidas.
Cada cual tendrá las suyas y la lista se haría inacabable.
Pero yo me quedo con lo siguiente: el saber no ocupa lugar, nos enriquece, predispone a adquirir nuevos conocimientos con mayor facilidad y, en lo que a idiomas se refiere, diluye fronteras y ensancha horizontes.
Siempre tuyo,
Aleix Cabrera