En un artículo del Wall Street Journal, el experto en tecnología Alec Ross pronostica que dentro de diez años tendremos asistentes de traducción personales en el móvil que traducirán en tiempo real lo que decimos y oímos. Lo considera inevitable, pero ¿será realmente así? Las experiencias de empresas como Google o Twitter indican que la traducción automática aún está «verde».
Algo de historia
La tecnología ha evolucionado mucho y en el campo de la traducción no es ninguna excepción. Y no es nada nuevo. La traducción automática nació como tal con el experimento de Georgetown en 1954, para el que se tradujeron de forma totalmente automática oraciones rusas al inglés. El experimento fue un gran éxito y trajo consigo una mayor financiación para la investigación de la TA. Los autores afirmaban entonces que, en unos tres o cinco años, la traducción dejaría de ser un problema gracias al automatizado.
No obstante, los resultados en ese tiempo no fueron brillantes y la desilusión llegó en 1966 con el informe del comité ALPAC (Automatic Language Processing Advisory Committee), que investigó el estado de la TA. El comité concluyó que la TA era más lenta, menos precisa y dos veces más cara que la traducción humana y que no había perspectivas inmediatas de un método de TA útil. En su lugar, recomendaba el desarrollo de ayudas para el traductor como los diccionarios automáticos. Aunque dicho informe tuvo sus detractores, lo cierto es que, en consecuencia, se dejó de invertir en el desarrollo de nuevas herramientas de TA.
No fue hasta unos años más tarde, ya en 1976, que se instaló el sistema Systran en la Comisión de la Comunidad Europea para satisfacer la creciente necesidad de traducir toda la documentación que se redactaba y recibía. Y posteriormente, entrados los 80, el auge de los ordenadores personales contribuyó al desarrollo de sistemas de TA en diferentes países.
No obstante, todavía no hay ningún sistema que proporcione el santo grial de la «fully automatic high quality translation» (FAHQT).
Dificultades de la TA
La TA nos ayuda a procesar grandes cantidades de información y su calidad puede llegar a ser bastante buena en determinados textos, pero no es igual de eficaz en todo. Hay que tener en cuenta que un ordenador necesita reglas precisas para traducir de una lengua a otra, y que la dificultad del procesamiento de la lengua natural es la dificultad de encontrar reglas exactas.
Los investigadores en el campo de la traducción automática siguen detectando errores comunes en este tipo de traducciones: imprecisiones terminológicas, falsos sentidos, palabras sin traducir (dejan en la lengua original las palabras no recogidas en el programa o bien si el original contiene erratas), repeticiones, alteración del orden de las palabras, uso incorrecto de las preposiciones y de los tiempos verbales y calcos sintácticos, entre otros.
¿Traducción automática o asistida?
Como traductores (humanos) no estamos en contra de las máquinas ni nos preocupa que nos quiten el trabajo. La TA tiene sus ventajas.
La traducción automática en línea puede resultar de ayuda para una persona que desee comprender rápidamente —y sin muchas pretensiones— un texto escrito en una lengua que desconoce. Un particular que desea entender las características de un producto necesita una solución rápida y sencilla. Pero traducir un texto literario, un poema, un documento complejo, ya es harina de otro costal.
Incluso como profesionales podemos beneficiarnos de ella también, puesto que muchas herramientas de traducción asistida empiezan a incluir la TA para agilizar el trabajo. No obstante, para obtener un producto de calidad, la interacción hombre-máquina debe seguir unas fases:
- Preedición: revisión del texto que se va a traducir antes de introducirlo en la máquina para resolver ambigüedades que puedan existir en el texto o corregir erratas que el sistema no pueda detectar.
- Edición interactiva: realizar la traducción para que, durante el proceso, la máquina dé a traductor varias opciones para que este último determine la mejor solución.
- Posedición: repasar y corregir el producto resultante del programa de TA, y es una de las fases más usadas en los diferentes programas que existen en el mercado.
En el caso de los traductores automáticos en el móvil, por ejemplo, con tanta inmediatez, se omiten los pasos previos y posteriores. Sirva como ejemplo esta captura de pantalla del vídeo de presentación de la aplicación Word Lens, que traduce texto en tiempo real a través de la cámara del móvil:
¿Y el futuro?
En general y hasta la fecha, los métodos empleados en la elaboración de sistemas de TA no han podido resolver muchas de las ambigüedades que presentan las lenguas naturales y eso se refleja en la mala calidad de las traducciones que se obtienen mediante estos sistemas.
Los sistemas de traducción asistida son una ayuda, pero de momento no van a reemplazar al traductor humano. Para obtener un texto de calidad, nada mejor que confiar en un traductor profesional.
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