Los traductores profesionales estamos acostumbrados a adaptarnos a cualquier encargo.
Pero hay obstáculos que nos ponen realmente a prueba: documentos no editables, cambios de última hora, plazos de entrega imposibles…
Aprende a facilitarle el trabajo a tu traductor para conseguir mejores resultados y precios.
¿Has contratado a un traductor de inglés profesional?
¿Has decidido contratar a un traductor de inglés profesional?
¡Felicidades, has tomado la decisión acertada!
Los traductores profesionales somos especialistas en traducir páginas web, descripciones de productos para tiendas online, informes, cartas, curriculum o cualquier otro documento que sea importante para tu negocio o para ti.
Si bien la traducción automática resulta muy útil en un momento dado para entender el contenido de un documento o una web, solo un traductor profesional con experiencia puede garantizar que tus textos funcionarán con éxito en otro idioma.
Es cierto que existen diversos tipos de traductores con habilidades adecuadas para cualquier necesidad de comunicación.
También es verdad que estamos habituados a buscarnos la vida y trabajar con autonomía para evitarte molestias y ofrecer la máxima calidad.
¡Pero no hacemos milagros!
No podemos traducir las cosas para ayer, ni conseguir que un mal texto original se convierta en pura “poesía”.
Y cuanto más complicada nos pongas la tarea, peor será el resultado que podremos ofrecer (o directamente tendremos que rechazar el encargo, aunque nos duela más que a ti).
En un artículo anterior ya dimos algunos consejos para asegurar la calidad de un texto antes, durante y después de la traducción.
En esta ocasión, vamos a profundizar en varios aspectos específicos que te conviene conocer para facilitar el trabajo al traductor y evitar posibles errores, demoras en la entrega o sobrecostes.
“Necesito traducir un documento al inglés”
El primer paso en todo proyecto de traducción consiste en valorar el tiempo, coste y particularidades del encargo.
Para ello, es imprescindible una información mínima.
Cuando envíes un encargo de traducción, procura incluir los siguientes datos:
- Extensión del texto (por ejemplo, usa la función Contar palabras de Word).
- A quién va dirigido (consumidor, profesional, uno o varios países, etc.)
- Cómo se usará el texto (en la web, correo electrónico, impreso, etc.)
- Fecha en que necesitas tener la traducción terminada.
- Formato en el que quieres la traducción (texto, html, programa de traducción, etc.)
También es recomendable adjuntar el documento o al menos una muestra del mismo. De este modo, el traductor podrá valorar la extensión, contenido, formato y dificultad del texto para proponerte un presupuesto y un plazo de entrega adecuados.
“Te lo mando en PDF”
El formato ideal para traducir un texto es un archivo de procesador de texto (como Word) o un documento de texto plano (tipo bloc de notas).
Los traductores también tenemos la capacidad de trabajar en otros formatos como texto web, presentaciones de diapositivas e incluso hojas de cálculo (aunque conviene recordar que las hojas de cálculo son para eso, para hacer cálculos; no resultan prácticas para traducir).
Convertir un PDF en un texto editable no siempre es posible y se pierde el formato.
El trabajo se complica enormemente cuando tenemos que trabajar a partir de un documento no editable, por ejemplo el típico archivo de PDF. Piensa que, si envías un PDF, antes de poder empezar a trabajar o incluso de prepararte un presupuesto, el traductor deberá convertirlo en un archivo editable.
Generalmente, eso destroza totalmente el formato del texto y ralentiza mucho la traducción. Cuando el original es totalmente no editable, como una imagen, el traductor tendrá que transcribir el texto y eso encarece el precio y alarga los plazos. De modo que vale la pena hacer un esfuerzo por encontrar la versión editable del texto: ¡recuerda que casi ningún documento “nace” en formato PDF!
De manera que en algún rincón del servidor de tu empresa, en la agencia de diseño, etc. debe existir un archivo de texto editable.
“Lo necesito para el lunes”
Para que te hagas una idea, un traductor profesional puede traducir entre 1.500 y 3.000 palabras al día (de tres a seis folios con letra y espaciado normal).
Esto no significa que pueda dedicar toda su jornada laboral a tu texto, sobre todo si se trata de un traductor freelance o una agencia de traducción y trabaja para otros clientes.
Además, cuanto más plazo le des, más tiempo podrá dedicar a revisar la traducción.
Por lo tanto, exigir a tu traductor plazos de entrega poco realistas, como traducir 10.000 palabras en un fin de semana, suele provocar una de estas tres consecuencias:
- El traductor rechaza amablemente el encargo. Es viernes por la tarde y te toca buscar a otro profesional que acepte el trabajo. ¡Buena suerte!
- El trabajo se reparte entre varios traductores, lo cual hará que el documento final presente inconsistencias a menos que haya tiempo de revisarlo a fondo.
- Te aplica un recargo de urgencia que puede incrementar un 30-50 % la tarifa normal. Entonces llegas a la conclusión que tampoco es tan urgente…
Hay una cuarta posibilidad que ningún traductor profesional contemplaría, que es hacer el trabajo deprisa y corriendo, para entregarlo a tiempo de cualquier manera.
Sea cual sea el escenario final, no conseguirás el servicio de calidad que esperas.
“Eso no lo traduzcas, ya se entiende”
Otro aspecto muy importante para que los traductores podamos hacer bien nuestro trabajo es tener facilidades para comprender el texto.
Seguro que para ti el significado resulta obvio, pero piensa que un traductor externo no está metido en el día a día de tu negocio, no conoce tu empresa como tú y lee el texto por primera vez.
En este sentido, además de dar todos los detalles que puedas sobre el objetivo y uso del texto, será muy útil si puedes aportar referencias como: otros documentos similares traducidos anteriormente, glosarios, páginas web de consulta, etc.
Todo esto nos ayuda a comprender mejor el contenido y traducirlo de la forma que deseas.
Es especialmente importante que indiques al traductor si hay palabras que en tu empresa se usan de cierta manera, o prefieres que queden en el idioma original (por ejemplo nombres de productos, siglas, cargos, etc.).
Los traductores no somos “fanáticos” de la ortodoxia lingüística, nos adaptamos a las preferencias del cliente siempre que:
a) nos lo digas con antelación;
b) no des por supuesto que por ejemplo dejaremos una palabra en versión original aunque exista una traducción correcta.
“Hay cambios de última hora en el documento”
Finalmente, es altamente recomendable asegurarte de enviar a traducir la versión final y definitiva del documento.
Es frecuente que surjan modificaciones de última hora con el propósito de actualizar el contenido o mejorar la calidad del original.
Pero ten en cuenta que realizar cambios en el texto a mitad de su traducción puede afectar al plazo de entrega y al coste final de la traducción.
De modo que, si hay cambios, avisa lo antes posible y márcalos claramente en el documento para que el traductor no tenga que revisar palabra por palabra todo el texto hasta encontrarlos.
En definitiva, seguir estos sencillos consejos facilitará enormemente el trabajo de tu traductor de inglés o de cualquier otro idioma, a la vez que asegurará que obtienes el mejor precio y plazo de entrega para tu traducción.
¡Así todos salimos ganando!